"Él quiere volver": la víctima de Japo Verón necesita ayuda para acondicionar su casa
Maxi vive en Buenos Aires junto a una enfermera, y debe realizarse constantes controles médicos, actualmente no puede volver a su casa de Resistencia porque no está en condiciones para una persona como él. El adolescente que fue víctima de un abuso sexual hace 11 años busca ayuda para acondicionar la vivienda.

A Maximiliano Orue lo conocimos como "Santi" en 2014 cuando fue víctima de un grave abuso sexual. El niño que en ese momento tenía solo 7 años estaba jugando en la vereda de su domicilio en el barrio Nazareno de Resistencia, cuando uno de sus amiguitos lo invitó a su casa. Allí el padre de ese vecinito Omar "Japo" Verón prendió una cortadora de pasto para que no se pudieran oír los gritos del niño y lo violó. Luego lo amenazó de muerte para que no contara la verdad. A 11 años del crimen el adolescente aún tiene consecuencias en su salud y no puede volver a su hogar, su familia necesita ayuda para poner la vivienda en condiciones dignas y que Maxi pueda pasar las fiestas en su ciudad natal.
Desde el grave abuso que Maxi sufrió su vida cambió totalmente, y las secuelas físicas siguen hasta la actualidad. Hoy tiene 18 años, y luego de salir de una internación de más de seis por un virus sobrevive gracias a una alimentación por vía parenteral, un catéter central y cuidados médicos permanentes en Buenos Aires. El niño pasó más de seis años en el Hospital Garrahan y ahora es atendido en el Hospital Italiano.
La familia de Maxi, compuesta por su mamá Mirta, su papá Miguel y sus 8 hermanos continúa viviendo en el barrio Nazareno de Resistencia, excepto por la hermana mayor quien vive junto al adolescente en CABA. El joven no visita la capital chaqueña desde hace más de un año, -cuando fue internado- no por falta de deseo, sino porque su salud no se lo permite. Hoy esa vivienda no tiene las condiciones para que él pueda venir, "le puede agarrar algún bicho", contó en dialogo con Diario TAG Mirta y pidió ayuda a toda la comunidad.
Una de las más graves consecuencias que tuvo Maxi por el abuso fue la pérdida del intestino, el joven esperó por años un trasplante, pero la última internación dejó su cuerpo tan débil que hoy no puede ser trasplantado, igual él sueña con recuperar y volver a la lista de espera de la donación de órganos. Además, tiene heridas que no cicatrizan en el abdomen, no puede caminar por una herida grave en el pie y tiene botón gástrico.

"Yo le digo que lo importante es que está vivo, que va a volver a caminar. Él tiene fe, se esfuerza con la bota ortopédica y los kinesiólogos, pero está cansado", relató quien quiere que su hijo pueda regresar, aunque sea por unos días, a su casa en Resistencia para pasar las fiestas en familia. Pero la realidad es que la vivienda donde residen no está en condiciones sanitarias para recibirlo.
"Mi hijo tiene un catéter, un botón gástrico, heridas en el abdomen que aún no cierran. Si entra un virus o una bacteria, podría terminar otra vez en terapia. Necesitamos una pared antihumedad, limpiar las cloacas, cambiar puertas", contó Mirta con angustia.
En marzo de 2024 Maxi intentó pasar unos días en la casa familiar. A los pocos días hizo fiebre, su salud empeoró y terminó nuevamente internado de urgencia en Buenos Aires. Un virus había invadido su sangre. Estuvo intubado, al borde de la muerte, y los médicos llegaron a decirles a sus padres que se despidieran "Maxi se está terminando", sentenciaron. "Pero nosotros no aceptamos eso", dice su madre, quien se aferró a la fe y al amor de familia para seguir luchando.
Durante los últimos años, la familia, principalmente Mirta vivió dividida entre Resistencia y Buenos Aires. La madre se dedica al cuidado de Maxi, mientras el padre se ocupa del resto de sus hijos. "Vivimos con lo justo, tenemos mi pensión (madre de siete hijos), el sueldo de mi marido y algo de ayuda, pero no alcanza. Y mi salud también se deterioró", cuenta Mirta, quien admite que sufre constantes dolores de cabeza, su vista disminuyó y la afectación en su salud mental, "me encierro, lloro, grito, sola en el baño", sentenció.
"No quiero pedir por pedir. Solo quiero que alguien venga, vea cómo estamos, y nos ayude a poner en condiciones la casa. No para que él viva acá, sino para que pueda venir a pasar unos días con su familia sin poner en riesgo su vida", dice Mirta, quien además informó que el tratamiento que debe recibir Maxi hoy no puede ser brindado en el Hospital Perrando, por lo que solo pasaría unos días en la ciudad.
De esa manera, Maxi podría tener una vida un poco más "normal", y recuperar algo de lo que le fue arrebatado con el abuso. "Él no puede hacer lo que quiera, él nunca jugó a la pelota, él creció en la cama del hospital, no tiene amigos, después de lo que pasó dejó la escuela", recuerda con dolor su mamá. Y destaca que su familia son los médicos y tiene algunas amistades virtuales.
Es muy importante, destacar que Maxi pasó la mayoría de las fiestas en el Hospital: "A veces yo les pedía a los médicos que lo hagan dormir temprano para que no escuche. Porque me dolía mucho el alma cuando me decía: ‘Mami, estamos en las fiestas y tenemos que estar acá, sin mi papá y mis hermanos… todos los años lo mismo’".
Con la voz quebrada y los ojos llenos de lagrimas al recordad esas noches Mirta admite una vez más que necesita ayuda, apela a la solidaridad de los chaqueños y a que alguna persona del gobierno la acompañe para reacondicionar su casa y pasar un fin de año junto a todos sus hijos.
Quienes deseen colaborar con la familia de Maxi pueden enviarles dinero a través de su cuenta de Mercado Pago a nombre de Mirta Nélida Ávalos.
Alias: suyo.calzas.vial.mp
CVU: 0000003100068128525827
Entrevista realizada por los periodistas Carla Portaluppi, Gabriel Bobis y el fotografo Sebastián Silva