Tras un accidente laboral, una mano biónica le devolvió la independencia
La Justicia chaqueña obligó a una ART a entregar una prótesis robótica de última generación a Juan Carlos Gusak, de Tres Isletas, marcando un precedente clave para el acceso a tecnología avanzada en casos de accidentes laborales.

La Justicia chaqueña marcó un precedente sin antecedentes en la provincia al ordenar a una Aseguradora de Riesgos del Trabajo (ART) la provisión de una mano robótica de alta tecnología para un trabajador de Tres Isletas que había sufrido la amputación de su mano derecha en un accidente laboral. La prótesis, de categoría superior y con 36 funciones, le permitió recuperar autonomía, movilidad y, sobre todo, la posibilidad de reintegrarse plenamente a su vida cotidiana.
Juan Carlos Gusak trabajaba desde hacía 28 años en una desmotadora de algodón. Con vasta experiencia y ocupando un rol jerárquico dentro de la planta, sufrió el 1 de febrero de 2019 un grave accidente mientras ponía en marcha una nueva máquina destinada al tratamiento de fibra. La mano derecha, su mano hábil, quedó atrapada en el equipo y debió ser amputada.

Tras el siniestro, su vida cambió por completo. Primero recibió una prótesis mioeléctrica básica, que solo permitía apertura y cierre. Sin embargo, la limitación funcional era evidente. A través de su abogado, el doctor Sergio Soucasse, inició un proceso administrativo y luego judicial para exigir una prótesis acorde a la ley de Riesgos del Trabajo, que establece que el trabajador debe recibir "la mejor prestación médica disponible según el avance de la ciencia".
El caso avanzó con demoras derivadas de la pandemia, pero finalmente, en junio de 2024, la Justicia laboral dictó sentencia y ordenó la entrega de una mano biónica de última generación, con 36 funciones y un sistema electromecánico que responde a señales musculares. "La Justicia actuó como debía: restituyendo calidad de vida y garantizando la mejor tecnología disponible", destacó Soucasse, al remarcar la importancia del fallo como precedente "para toda la región del norte argentino".

Gusak recibió la prótesis tras una serie de evaluaciones médicas en Buenos Aires y capacitaciones de adaptación. Hoy, describe la experiencia como "un cambio absoluto". La mano responde a movimientos controlados por sensores ubicados en su brazo, permitiéndole girar, tomar objetos y realizar tareas cotidianas e incluso conducir una motocicleta. "Recuperé alrededor del 60% de la funcionalidad y puedo seguir aprendiendo. Esto te devuelve independencia", contó.
Si bien ya no trabaja en la desmotadora, sostiene una actividad laboral activa: realiza reparaciones, trabaja con bombas sumergibles y colabora en tareas mecánicas y electrónicas. "Me adapté. Sabía que mi mano no iba a volver, pero esto me devolvió mucho", expresó.

Soucas se detuvo en un punto clave: la reinserción. "La prótesis no es un lujo; es lo que le permite volver a trabajar, reintegrarse a su familia, a su vida social. La Justicia está para eso: para reparar daños grandes y restituir derechos", sostuvo.
El abogado también aclaró que, contrario a la creencia general, el derecho a tratamiento médico por un accidente laboral no prescribe en dos años, sino que se mantiene de manera indefinida cuando el trabajador necesita nuevas intervenciones o mejoras en su salud.
La historia de Gusak simboliza no solo una reparación individual, sino un paso adelante en materia de derechos laborales, tecnología aplicada a la salud y acceso equitativo a tratamientos de avanzada en el norte del país.
