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Viernes 5 de Diciembre, 2025
 
 
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Darío Arguello

Periodista

Día de la Sanidad

"Cuidar es un acto de amor": historias de enfermeras con alma

En el marco del Día de la Sanidad, conocemos las vivencias de Natalia Fernández y Julieta Margosa, dos enfermeras de distintas ramas pero con algo en común: el amor y la dedicación por la salud.

Natalia Fernández y Julieta Margosa, dos enfermeras que entregan alma y vida a una profesión sacrificada pero gratificante.

Cada 21 de septiembre se celebra el Día Nacional de la Sanidad debido a dos eventos clave: la fundación de la Obra Social de la Asociación de Trabajadores de la Sanidad Argentina (ATSA) en el año 1941 y la creación de la Asociación del Personal de Hospitales y Sanatorios Particulares en 1935.

En el marco de esa celebración, desde Diario TAG queremos celebrar la profesión de ser enfermera. Por ello, hablamos con Natalia Fernández, especializada en terapia intensiva y Julieta Margosa, enfermera en neonatología. Si bien, las dos tienen una rama diferente, las une el amor y la dedicación por la salud.

Natalia Vanessa Fernández, trabaja hace 12 años en el Sanatorio Palacio, ubicado en la esquina de Córdoba y French, en la ciudad de Resistencia. A la hora de preguntarle su profesión, ella dice con orgullo: "Yo soy enfermera".

Ella ingresó al sanatorio hace más de una década y desde entonces no ha dejado de aprender, crecer y acompañar a cientos de pacientes desde su puesto en el área de terapia. "Estudié en el Instituto ATSA, gracias a una oportunidad que se dio en ese momento y que no quise desaprovechar", recuerda.

Natalia y Julieta cuando se recibieron en salud. Ahora, llevan una larga trayectoria cuidando a los que más necesitan.

En cuanto a Julieta Margosa, lleva cuatro años trabajando en Neonatología del Hospital Perrando, pero dice que cuando estudió la carrera de enfermería, esa no era su rama deseada: "Cuando estudié la carrera jamás pensé que iba a trabajar con bebes, porque yo creía que lo mío era la geriatría, pero cuando pase por neonatología, me enamoré", cuenta con una sonrisa cálida.

Julieta y su equipo de trabajo en Neonatología del Perrando:"Trabajamos con seres indefensos, pero no solo tenemos que cuidar al bebé sino contener a la mamá, ese es nuestro rol".

Cuando se le pregunta por qué eligió esta profesión, Natalia no duda: "En casa siempre había alguien enfermo, y estar cerca, ver lo que pasaba, me generó el deseo de ayudar, de acompañar". La vocación fue creciendo y hoy forma parte de su rutina diaria: jornadas intensas, atención constante y el desafío permanente de no saber con qué se va a encontrar cada mañana.

Natalia y su equipo de trabajo.

Julieta ingresó como residente, luego fue jefa de residencia y actualmente es parte del plantel asistencial de un servicio que ella define como: "un orgullo por la calidad humana y profesional de quienes lo integran".

El corazón detrás de la técnica

"Dicen que el médico es el cerebro y la enfermera el corazón", comenta, sonriendo, mientras resume en pocas palabras lo que implica ser parte del engranaje hospitalario. "Nosotras somos las que estamos más tiempo al lado del paciente. Hacemos desde la higiene hasta el seguimiento de la medicación, pero también estamos para contener, para dar ánimo, para observar cuando algo no está bien".

En neonatología no sólo se cuida al recién nacido, también se acompaña también a madres, padres, hermanitos. Se abordan miedos, duelos, esperanzas. Julieta, en base a esto comenta: "Nosotras trabajamos con seres indefensos, que no pueden hablar, que no te pueden decir si les duele algo. Tenés que estar atenta a todo, pero también estás ahí para esa mamá que viene del interior, que no entiende qué pasa, que no esperaba tener a su bebé internado. Ese acompañamiento es parte de nuestro rol".

Julieta realizando su labor como neonatóloga: "Cuando un bebé nace, es primordial que conozca primero a la madre y que ella entre en contacto con su hijo/a".

Una de sus primeras experiencias, la cual marcó a Julieta fue la que tuvo con un bebé de apenas 1500 gramos: "Lo tuve que alzar para pesarlo y sentí que se me rompía en las manos. Fue un impacto. Ahí me di cuenta de lo delicado que era este trabajo. Pero también de lo hermoso", recuerda.

Natalia cuenta la historia de una paciente que estuvo en coma inducido, conectada a un respirador. "Cuando despertó, nos dijo que nos reconocía por la voz, que nos había escuchado hablarle mientras dormía. Eso fue muy fuerte. Hoy viene a control, nos abraza, se acuerda de cada una. Esas cosas no se olvidan más".

Un trabajo con reconocimiento pendiente

A pesar del profundo amor que siente por su profesión, Natalia no es ajena a la situación económica que atraviesa el sector. "Lamentablemente, la enfermería no está bien remunerada ni reconocida. Ganamos muy poco, y muchos compañeros tienen que hacer doble turno o trabajar en otros lugares para llegar a fin de mes".

Ella misma, madre de dos hijos (una joven de 23 años y un niño de 5), hace turnos extendidos dentro del mismo sanatorio para poder sostener su hogar. "Uno se esfuerza, pero cuesta. Y sin embargo, seguimos adelante".

Julieta también coincide con Natalia respecto a que la profesión no está bien reconocida: "Hoy cobramos sueldos que no nos alcanzan ni para alquilar. En mi caso, yo vivo sola y no tengo hijos, pero hay colegas que si y tienen más de un trabajo. Así y todo, no llegan a fin de mes. No es solo amor al trabajo, también merecemos condiciones dignas para vivir", expresa.

 

"No es solo amor al trabajo, también merecemos condiciones dignas para vivir"

 

Además, agrega que, si bien en la pandemia tuvieron reconocimiento público, no se reflejó en mejoras salariales e institucionales: "Solo nos aplaudieron. Si bien se visibilizó nuestro trabajo, el reconocimiento solo quedó ahí. Hoy peleamos por cosas básicas, que nos paguen en término, que no nos descuenten cosas que están mal, que tengamos más insumos, no podemos vivir con incertidumbre todos los meses".

Madres que son motor

Pese a aún no ser mamá, Julieta habla con admiración de aquellas que lo son y que, a pesar del dolor y el miedo, están presentes. "Hay mamás que realmente lo son todo. Que se comprometen, que están en cada paso, que se convierten en parte activa del tratamiento. Y cuando los bebés salen adelante, cuando vuelven meses después gorditos, sanos, felices… es una alegría inmensa. No sólo por el bebé, sino por todo lo que esa familia atravesó."

Julieta recibiendo una nueva vida al mundo: "Nuestra profesión es cuidar y acompañar la fragilidad del otro".

El servicio permite hoy el acceso irrestricto de los padres a las terapias, y cada integrante del equipo se encarga de que las madres participen activamente en los cuidados: cambiar pañales, dar leche, sostener, hablar. "Es fundamental que la madre se sienta útil, que vea que puede hacer mucho por su hijo incluso estando en terapia", asegura.

Un mensaje para los que recién empiezan

Con motivo del Día de la Sanidad, Natalia y Julieta dejan un mensaje a aquellas que quieren seguir su mismo camino: "Que sigan, que estudien, que se capaciten. Enfermería es lo más lindo que hay. Si lo hacés con vocación, lo vas a amar. No es fácil, pero vale la pena", responde Natalia.

Por el lado de Julieta, enfoca más su motivación a lo gratificante de la profesión, pese a lo sacrificada que es: "Que se animen. Es difícil, es sacrificada, pero es una profesión hermosa. Hay días en los que te vas agotada, sí. Pero hay otros en los que te vas con el corazón lleno."

 

"Celebremos la vocación de cuidar, que también es una forma de amar".

 

En esa sintonía, Julieta define a la enfermería como: "el cuidado y acompañamiento a la fragilidad del otro. Es estar ahí cuando todo se tambalea. Ser sostén, ser abrigo, ser voz. Es más que una profesión. Es un compromiso con la vida, todos los días."

 

"Enfermería es más que una profesión, es un compromiso con la vida, todos los días".

 

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