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Viernes 5 de Diciembre, 2025
 
 
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Darío Arguello

Periodista

Una misma pasión

Del silencio al vínculo: bibliotecarios que transforman espacios

Paula y Marcelo Fernández no solo comparten el apellido sino también la vocación y pasión por la lectura y la profesión de ser bibliotecario. Hoy en su día, ellos nos cuentan sus vivencias.

Marcelo y Paula, jóvenes bibliotecarios.

En el Día del Bibliotecario, la historia de Paula y Marcelo Fernández (no son familiares, aunque compartan apellido) ofrece una mirada íntima y profunda sobre una profesión muchas veces invisibilizada, pero que sigue siendo clave en la sociedad del conocimiento.

Paula Fernández es bibliotecaria en la Universidad Nacional de Villa María desde hace más de 20 años y se egresó en la Biblioteca Nacional. Sin embargo, su ingreso al mundo bibliotecario no fue planificado, sino más bien complementario: "Yo estudiaba composición musical, y entré a la biblioteca para encargarme de la colección de música. Pero cuando conocí todo lo que implicaba la bibliotecología, me enamoré de la disciplina y de su capacidad de articular saberes", cuenta con entusiasmo.

Paula junto con sus alumnas del tercario de bibliotecología. Ella es de Villa María, Córdoba.

A lo largo de dos décadas, Paula pasó por todos los sectores de la biblioteca. Desde atención al público hasta áreas técnicas. Para ella, la bibliotecología es un campo fértil para vincular vocación, formación y comunidad. "Ya no somos la imagen de la señora del rodete mandando a callar. Hoy el bibliotecario es un actor sociocultural activo, que crea, propone y conecta saberes", afirma.

Del otro lado del país, en la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE), Marcelo Fernández, de 31 años, ejerce como bibliotecario en la Biblioteca de Humanidades. Su llegada a la profesión se dio gracias a un conocido que le mostró el verdadero trasfondo del oficio: acompañar, facilitar el acceso a la información y brindar un servicio que impacta en la vida académica y personal de los usuarios.

Marcelo leyendo un libro en la Biblioteca Central de la UNNE, su lugar en el mundo.

Marcelo trabaja en el control y disponibilidad del material bibliográfico para estudiantes e investigadores, en un contexto complejo: "El desfinanciamiento afecta directamente el servicio. La biblioteca necesita recursos para seguir siendo un espacio activo de acceso a la información y de apoyo a la educación pública", señala.

Ambos coinciden en que la figura del bibliotecario ha cambiado. La biblioteca dejó de ser un espacio silencioso y rígido para transformarse en un entorno dinámico, de encuentro y aprendizaje.

Paula lo resume así: "Hoy una biblioteca puede ayudarte con una tesis, una partitura, o a encontrar a qué hora pasa el colectivo". Y Marcelo aporta desde su experiencia con proyectos de extensión: "Si el estudiante no viene, la biblioteca va a buscarlo. Participamos en jardines, escuelas, barrios. La biblioteca se muestra, no espera".

¿Se lee menos que antes?

Sobre el eterno debate de si la gente hoy lee menos, ambos ofrecen miradas complementarias.

"No sé si se lee menos, pero sí se lee distinto. Hay más acceso que nunca a la información y al conocimiento. Lo que cambió fue el formato y la velocidad con que consumimos contenido", reflexiona Paula.

Marcelo, por su parte, es más categórico: "Sí, se lee menos. Y por eso espacios como las bibliotecas son fundamentales. Fomentan el hábito de la lectura, que la tecnología tiende a atrofiar".

"Papeles en el viento", de Eduardo Sacheri, uno de los libros que tiene la Biblioteca de la UNNE.

Ambos destacan que la tecnología puede ser aliada, pero siempre que haya una buena coordinación interna y una mirada humana que la guíe.

El amor por la profesión y por los libros

Entre recuerdos, Paula menciona una pareja que se conoció, se enamoró y terminó peleándose a los gritos en la biblioteca. Marcelo, por su parte, rescata la riqueza de la diversidad: "Conocí estudiantes de todos los perfiles, de todas las edades. Y todos encontraron su lugar entre los estantes".

Y sobre los libros que marcaron sus caminos, Marcelo menciona a Borges, Sábato y Bioy Casares, y sugiere clásicos como El Principito o Harry Potter para quienes quieran reencontrarse con la lectura.

Paula, en cambio, tiene una regla sencilla pero potente: "El mejor libro es el que te llame la atención por el título. No importa el autor ni la editorial. Si algo te despierta, ese es tu libro".

A modo de reflexión final, Paula dice que: "Siempre hay un libro esperándote. Solo tenés que dejar que te encuentre".

Por otro lado, Marcelo define a la lectura como: "una vocación, una forma de vivir, que como el concepto nietzscheano del eterno retorno, elegiría una y otra vez", concluye.

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