Jugaba en Resistencia cuando le entró una basurita en el ojo y quedó ciego
Sergio Sagarzazú estaba en los últimos años de su carrera como jugador profesional en el club Sarmiento, cuando un incidente tan común como inesperado lo obligó a abandonar el fútbol y enfrentarse a una lucha por su salud, su visión y su vida.

Era diciembre de 2023 y se preparaba para una nueva pretemporada en el club chaqueño, cuando una basurita que se le metió en el ojo durante un viaje familiar desencadenó una cadena de errores médicos y complicaciones que lo dejaron ciego de un ojo y pusieron su vida en peligro.
De un día para otro, el experimentado mediocampista, que por entonces tenía 36 años, tuvo que cambiar la pelota, los entrenamientos y los partidos por las habitaciones de hospital, los estudios médicos y las operaciones. Fue así hasta que un trasplante logró devolverle parte de esa cotidianeidad que en algún momento pensó que nunca más volvería a tener.
Así fue el momento en el que la vida puso a prueba a un jugador que supo tener pasos destacados por clubes como San Martín de Tucumán, Estudiantes de Caseros, Chacarita, Crucero del Norte, San Martín de San Juan y el SV Wilhelmshaven de Alemania, entre otros.

EL DÍA QUE TODO CAMBIÓ
Era 23 de diciembre y Sergio manejaba su auto por la ruta. Viajaba hacia Buenos aires con su esposa y sus hijos para pasar las Fiestas con su familia, con la idea de volver unos días más tarde para sumarse a los entrenamientos con Sarmiento de Resistencia y disputar el torneo del Federal A.
Iba con la ventana abierta y una basurita le entró en el ojo."Fue como lo que le pasa a uno miles de veces. Llegué, me fui a dormir y al otro día, que ya era 24 de diciembre, me desperté con el ojo colorado y molesto", relató Sagarzazú en diálogo con TN.
Inmediatamente, el futbolista se fue a una guardia oftalmológica. El profesional que lo atendió le dijo que no se veía nada raro en su ojo y que tan solo se pusiera unas gotas. Pero la molestia era cada vez mayor y por eso Sergio decidió volver a las pocas horas. Al recibir la misma respuesta, hizo una tercera consulta, esta vez en otro centro de salud. Los médicos seguían diciéndole lo mismo.
"El dolor ya era una tortura, pasé Navidad encerrado con una bolsa de hielo en la cara", contó el futbolista, que continuó visitando distintas guardias en las horas siguientes, aunque ninguna le daba un diagnóstico certero. Incluso uno de los profesionales llegó a decirle que tenía un herpes y que había que cambiar la medicación.
El alivio parcial llegó recién el 26 de diciembre, en la Trinidad de San Isidro. Los médicos que lo atendieron decidieron dejarlo internado y pasarle morfina para el dolor hasta que al día siguiente pudiera verlo un oftalmólogo.
"El doctor llegó y me sacó del ojo una hoja de un árbol o de una planta. Sentí un alivio tremendo. Pero me explicó que por haber estado tanto tiempo ahí, unos cuatro días, eso me podía generar un hongo. Dicho y hecho: al otro día, me empezó a crecer un hongo dentro del ojo", explicó Sagarzazú.
LA PÉRDIDA DE LA VISIÓN
Durante varios días, distintos centros médicos no lograron detectar el problema hasta que un oftalmólogo en la Trinidad de San Isidro extrajo del ojo una hoja que había estado alojada durante cuatro días. Esto provocó la aparición de un hongo muy agresivo, que no solo le hizo perder la visión, sino que llegó a poner en riesgo su vida. "Corrés el riesgo de que ese hongo te coma el ojo y se te vaya a la cabeza", le advirtió uno de los médicos.
Sagarzazú pasó por múltiples intervenciones y tratamientos durante más de un año. Permaneció 16 días internado, recibió medicación cada diez minutos y tuvo que aprender a vivir ciego de un ojo. "No podía mirar tele, ni escuchar radio, ni tomar mate", relató. En medio del proceso, recibió apoyo psicológico, fundamental para transitar la situación.
Finalmente, en diciembre de 2024, exactamente un año después del incidente, recibió un trasplante de córnea gracias a la gestión de Futbolistas Agremiados. El procedimiento fue exitoso y, siete meses después, el exmediocampista recuperó entre un 60% y 70% de la visión en el ojo afectado.
Hoy, a sus 37 años, Sagarzazú trabaja en una empresa de seguros en Buenos Aires y volvió al gimnasio y a andar en bicicleta. Aunque aún no regresó a las canchas, no descarta volver a jugar, siempre con protección. "Me siento súper feliz. Tal vez esto tenía que suceder para enseñarme algo", reflexionó con emoción.