Imágenes falsas, consecuencias reales: el daño que deja la violencia digital
Fotos editadas, nombres reales y una red que no deja huellas. Las víctimas de violencia digital enfrentan la exposición de sus imágenes.
La violencia digital ya no es una amenaza del futuro: está ocurriendo ahora. Mujeres, adolescentes y hasta niñas son víctimas de una forma de agresión que combina tecnología e impunidad. Fotos personales, muchas veces tomadas de redes sociales por anónimos, son manipuladas con inteligencia artificial para crear unas imágenes falsas, hiperrealistas, que simulan desnudos o situaciones sexuales que nunca existieron. Y lo peor: se comparten en secreto, se viralizan rápido y casi nunca se identifica a los responsables.
"Sentí que ya no tenía control sobre nada"
En una entrevista con DiarioTAG, una joven chaqueña, que prefirió guardar su identidad, contó cómo una imagen suya fue modificada con inteligencia artificial y difundida en un grupo de Telegram con usuarios de Chaco y Corrientes.
"Estaba cenando tranquila cuando me llegó un mensaje de una amiga. Un conocido suyo le dijo que había una foto mía desnuda circulando", relató. La imagen original era una selfie que había subido durante sus vacaciones, posando en bikini frente a un espejo. La habían editado digitalmente para simular que estaba desnuda, pero su rostro y su nombre seguían intactos. "Ni siquiera se molestaron en tapar mi nombre. Era como si quisieran que todos supieran que era yo", dijo.
El impacto fue inmediato: "Sentí vergüenza, impotencia, culpa. hasta me pregunté cómo iba a conseguir trabajo si alguien veía esa foto o cómo afectaría a mi entorno". Como ocurre en muchos casos, la víctima fue la que tuvo que explicar que la imagen era falsa, que no había hecho nada malo. "Lo primero que hice fue avisar a todos que no era yo. Ese es el verdadero daño: te sacan el control sobre tu cuerpo y tu imagen".
Al día siguiente, hizo la denuncia en una comisaría. Los oficiales fueron empáticos, pero no pudieron ofrecer mucho más: al tratarse de Telegram, una plataforma donde los mensajes pueden autodestruirse y los administradores son anónimos, el rastreo fue casi imposible. "Me dijeron que, si el grupo no era público, iba a ser muy difícil encontrar a los responsables", lamentó.
A más de un año del hecho, la joven sigue intentando reconstruir su confianza en el mundo digital. "Nunca más subí una foto en bikini. Me quedó un miedo terrible. Cambié mi forma de usar las redes. Ahora estoy más cuidadosa, más desconfiada. Ya no soy la misma".
"Subí una foto como cualquiera lo haría, pero terminé sintiéndome culpable, como si lo hubiera provocado yo. Y no es así. El culpable es quien me expuso, no yo por mostrarme"finalizó.
Otro caso: el colegio Don Bosco de Resistencia
En octubre del 2024, un episodio que, hasta tomo relevancia nacional, encendió las alarmas en la ciudad de Resistencia. En el Colegio Don Bosco, un grupo de alumnos varones utilizó herramientas de IA para generar imágenes falsas de compañeras en situaciones íntimas. Las fotos se habrían generado a partir de imágenes públicas de redes sociales y luego fueron vendidas y compartidas a través de Telegram y WhatsApp.
El caso fue detectado tras la denuncia de una alumna y se identificaron al menos siete víctimas. Sin embargo, solo una presentó una denuncia formal. Desde la institución se deslindó responsabilidad argumentando que los hechos ocurrieron fuera del horario escolar. No se aplicaron sanciones disciplinarias, aunque el Ministerio de Educación provincial expresó su repudio y pidió un abordaje integral.
Que dice la Legislación
En Argentina, la Ley 27.736, conocida como Ley Olimpia, penaliza la difusión no consentida de contenido íntimo, incluso si ha sido modificado digitalmente. Sin embargo, no existe aún una figura penal específica para castigar la creación de estos contenidos mediante IA. Otras leyes, como la de grooming o la de delitos informáticos, pueden aplicarse en ciertos casos, pero los vacíos legales son evidentes.
