El coctel letal previo al crimen de "Tarzán" Sosa en el corazón narco de Resistencia
El asesinato de un hombre y la trama detrás del consumo, armas de fuego y violencia en un territorio donde la ley llega tarde y la justicia, a veces, nunca.

El 20 de junio de 2021, alrededor de las 21 horas, las calles oscuras del barrio Villa Libertad se mancharon de sangre. En el corazón caliente de la venta de drogas en Resistencia, Héctor "Tarzán" Sosa fue asesinado de dos balazos cuando regresaba junto a su pareja tras un altercado con viejos enemigos. Tres años después, la justicia chaqueña habló: un jurado popular encontró culpables a Carlos Pérez (30) y Pablo Pujol (28), ambos condenados como coautores de homicidio agravado por el uso de arma de fuego.
El juicio por jurados, que hoy cumple un año, dejó al descubierto un entramado de violencia barrial, venganzas, consumo de drogas y marginalidad. El fiscal Martín Bogado fue tajante en su alegato final: "A Tarzán lo mataron por la espalda, cuando ya se retiraba".
Todo comenzó, según reconstruyó la fiscalía, cuando Sandra Alarcón, pareja de Sosa, salió a comprar cigarrillos. En el trayecto fue interceptada por Pérez y Pujol, quienes la insultaron -como solían hacerlo- , burlándose de la renguera de su esposo, una secuela de un disparo recibido cuatro años antes, presuntamente por parte de la familia Pérez. Alertado por su hija de la situación, "Tarzán" salió a buscar a Sandra pero no junto a su hijo Ramiro (hoy preso por otra causa), y fue entonces cuando se desencadenó la tragedia.

Según la reconstrucción judicial, Sosa fue alcanzado por un primer disparo a unos 35 metros de la casa de Pérez. Herido, intentó caminar pero recibió un segundo tiro, letal, por la espalda.
Tres testigos claves sostuvieron la acusación: la propia Sandra, su hija y una vecina del barrio. Sus relatos coincidieron y resistieron el intento de desvío que intentó imponer la defensa.
Durante el juicio, un agente de la Policía declaró sobre la peligrosidad del barrio Villa Libertad, especialmente en la zona de Fortín Aguilar al 1500: "Es muy difícil entrar, hay venta de drogas", afirmó.
El propio Sosa, antes de ser asesinado, había consumido drogas y alcohol, según se conoció durante el debate. Un cóctel mortal en un territorio donde la ley llega tarde y la justicia, a veces, nunca.
LA VERSIÓN DEL ACUSADO
Durante su declaración, Pérez intentó justificar su accionar. Con voz temblorosa, relató que estaba en su casa con sus hijos pequeños cuando escuchó un golpe en su portón. Dijo haberse asustado y disparar "en desesperación", tras escuchar detonaciones. "Yo no quise matar a nadie", repitió llorando. Dijo que "salvó a su familia" y que su vida quedó arruinada: "Nos costó mucho comprar nuestras cosas. Yo estaba por terminar el quinto año. Ahora no puedo ser nada."
Pero el jurado no le creyó.
Horas después del crimen, la tensión escaló: la casa de Carlos Pérez fue baleada e incendiada por vecinos y allegados a la víctima. El domicilio, ubicado sobre Fortín Aguilar al 1500, quedó perforado por los impactos de bala. Agentes de Bomberos lograron apagar el fuego, y por orden judicial, una consigna policial custodió la vivienda vacía: la familia ya se había retirado por amenazas.
Los sospechosos fueron atrapados en operativos cerrojo desplegados en distintos puntos del sur de la ciudad. Uno fue detenido en Fortín Los Pozos y Julio Tort, y el otro en avenida Alberdi y Fortín Aguilar. Ambos quedaron a disposición de la Fiscalía bajo la causa de supuesto homicidio.
Con las condenas de Pérez y Pujol, hace un año, el crimen de Tarzán Sosa quedó resuelto, pero el debate por la violencia barrial, el consumo de drogas, la oscuridad y el constante ataque a la policía sigue esperando profundizarse.
