
Periodista
Del marketing digital al carrito de libros: una vida entre páginas y personas
Nahuel Tomás decidió dejar su rutina de oficina detrás de una pantalla para llevar su pasión por la lectura a la ciudad a través de un carrito de supermercado como biblioteca ambulante.

Lo que comenzó como una búsqueda personal de sentido, se transformó en un servicio social, una instalación artística callejera y un punto de encuentro cultural. Este es el relato de Nahuel Tomás, un joven que, cansado de las pantallas y de la vida de oficina, decidió salir a la calle con una valija llena de libros y terminar armando un carrito de supermercado cargado de historias.
Sobre el surgimiento de su emprendimiento, Nahuel relata: "Yo decía, ¿qué trabajo puedo tener que no implique estar frente a una pantalla todo el tiempo? Algo que me permita relacionarme con personas, leer, escribir, y así fue cómo surgió la idea de llevar los libros a la calle. Al principio, con una valija. Después, ante la imposibilidad de montar un puesto fijo en la peatonal, vino la solución creativa: un carrito de supermercado convertido en biblioteca ambulante", comenta.
Luego, explica como fue el proceso de armado del "carrito de libros": "Le armé todo, la soldamos, pero la estructura no aguantaba el peso. Más de 200 libros llevaba encima", recuerda entre risas.
"Finalmente, el carrito fue la solución definitiva. No solo por su practicidad, sino también por lo que generó a su alrededor: una comunidad de artistas, lectores, poetas, filósofos, profesores y amantes de la cultura que se fue formando espontáneamente", relata.
Nahuel se atrevió a desmentir un mito viejo de que la gente ya no lee y, a la hora de comprobar el mismo, se llevó una grata sorpresa: "Muchos creen que la gente ya no lee, pero no es así. Al contrario, lo que más me llamó la atención es que son los jóvenes los que más leen hoy en día, pese a que están mucho tiempo detrás de una pantalla. Primero lo leen en digital, pero después terminan buscando el libro físico para evitar complicaciones de visión a futuro. No hay con qué darle."

Además, cuenta que el carrito se volvió una experiencia en sí misma: "Nunca está en el mismo lugar, y su interior es un caos mágico que invita a revolver hasta encontrar ese "tesoro escondido". Con libros nuevos y usados, trueques (tres usados por uno nuevo) y una selección que abarca desde clásicos hasta ciencia ficción, autoayuda y literatura religiosa, la propuesta se consolidó como un espacio libre de pantallas y lleno de vínculos humanos".
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"La idea del carrito es que la gente se tope con el mismo mientras está caminando por la calle, mirando el celular y, al ver el carrito lleno de libros, le den ganas de llevarse uno de ellos e incluso animarse a encontrar ese "tesoro escondido" que se encuentra dentro del mismo, el cual no respeta un orden genérico" , expresó.
Nahuel cuenta lo que más elige su comunidad a la hora de leer: "Muchas personas buscan distraerse, entretenerse, despejarse después un día agotador y entonces la mayoría busca novelas históricas, románticas, historia, policiales, como los de Sherlock Holmes, Agatha Christie, dentro de lo que es novela romántica se busca mucho Florencia Bonelli o Isabel Allende. También piden muchos clásicos, Julio Verne, Cortázar y hay un grupo amplio que busca libros de autoayuda, libros de filosofía eh y después hay un pequeño porcentaje de personas que buscan literatura religiosa, ya que hay mucha comunidad evangélica en Resistencia".
Sobre donde lo puede encontrar la gente, Nahuel informó:"Por las mañanas me vas a encontrar en Frondizi y peatonal, en el café Encuentro, leyendo y compartiendo libros con amigos o clientes. A la tarde, suelo estar por peatonal y Alberdi."

Al cierre, Nahuel se puso a utilizar su popular frase a la hora de presentar su carrito a la gente: "Hola amigos, hay libros nuevos, usados, y también hay tesoros escondidos que pueden revisar sin compromiso".
Así se ubica este personaje que logró lo que muchos buscan: trabajar en algo que lo conecta con su pasión, su comunidad y con lo mejor del mundo analógico.
Y mientras sueña con organizar encuentros culturales más abiertos, sin pretensiones ni etiquetas, sigue fiel a su consigna: acercar los libros a la gente, en la vereda, en el caos, en el corazón mismo de la ciudad.
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