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Viernes 5 de Diciembre, 2025
 
 
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Cuando el sol se pone más temprano: el impacto de la luz en el estado de ánimo

Un fenómeno cotidiano con efectos profundos

Con la llegada del otoño y la reducción gradual de las horas de luz solar, muchos notan un cambio sutil — o no tan sutil — en su estado de ánimo. La sensación de cansancio constante, la falta de motivación e incluso la tristeza pueden estar directamente relacionadas con la cantidad de luz natural que recibimos.

Este fenómeno, aunque a menudo subestimado, es estudiado por la ciencia y tiene un nombre: Trastorno Afectivo Estacional (TAE). Pero no es necesario sufrir un trastorno para percibir los efectos que la luz (o su ausencia) puede tener en nuestro humor, productividad y bienestar.

La luz solar como reguladora biológica

La exposición a la luz solar regula el ritmo circadiano — nuestro reloj biológico — e influye directamente en la producción de melatonina (hormona del sueño) y serotonina (relacionada con el bienestar). Menos luz significa más melatonina y menos serotonina, es decir, más somnolencia y menos ánimo.

En ciudades como São Paulo o Porto Alegre, donde el clima nublado predomina en ciertas épocas del año, clínicas especializadas ya ofrecen tratamientos con fototerapia — sesiones de exposición a luces artificiales específicas — como forma de equilibrar estas hormonas.

Pero el fenómeno también afecta a poblaciones en regiones soleadas. Incluso en ciudades del noreste brasileño, donde el sol es abundante, personas que trabajan en ambientes cerrados o que han cambiado recientemente su rutina perciben alteraciones en el estado de ánimo.

La arquitectura emocional de las ciudades

La planificación urbana y el diseño arquitectónico también influyen en nuestro acceso a la luz natural. Entornos muy cerrados, edificios altos que ensombrecen calles enteras y la falta de áreas verdes pueden afectar no solo la salud física, sino también la mental.

En los países nórdicos, donde el invierno es largo y oscuro, existen políticas públicas que fomentan la construcción de casas y oficinas con grandes ventanales, colores claros e iluminación interna que imita la luz natural. Esta conciencia aún está en una fase inicial en Brasil, pero ya comienza a considerarse en proyectos arquitectónicos más contemporáneos.

Tecnología, productividad y salud

Curiosamente, la misma tecnología que nos mantiene encerrados también puede ofrecer alternativas. Aplicaciones que simulan el amanecer, despertadores con luz gradual y sistemas de iluminación inteligente están ganando espacio en el mercado, buscando compensar los efectos negativos de la luz artificial fría y constante.

Existen relatos de usuarios de Quotex, por ejemplo, que notaron cómo su desempeño mental variaba a lo largo del día según la luminosidad del entorno, lo que los llevó a adaptar sus espacios de trabajo con paneles de luz natural artificial.

La misma lógica se está aplicando en escuelas y hospitales, donde la iluminación se adapta a la hora del día, mejorando la concentración y reduciendo la sensación de cansancio.

El papel de la naturaleza y la rutina

Mantener el contacto con la luz natural, aunque sea en pequeñas dosis, puede hacer una gran diferencia. Un simple paseo matutino o la práctica de ejercicios al aire libre ayuda a reequilibrar los ciclos biológicos. Además, crear una rutina regular de sueño, alimentación y exposición al sol puede ser una herramienta poderosa de autocuidado.

En tiempos en los que todo sucede a la velocidad de un clic, desacelerar y prestar atención a la luz que nos rodea puede parecer un lujo. Pero quizás sea una necesidad.

Incluso en momentos de ocio digital, como los juegos virtuales que simulan velocidad o acción — como Jet X —, la percepción del entorno físico puede influir en nuestra experiencia emocional.

Conclusión

La luz no es solo un escenario: es protagonista de nuestro bienestar. Reconocer su influencia es el primer paso para vivir de manera más consciente y saludable. Ya sea abriendo la ventana por la mañana, caminando por el parque o ajustando la iluminación en casa, pequeños gestos pueden tener efectos sorprendentes en el estado de ánimo y en la calidad de vida.