
Periodista
"Discriminación es que no pueda subir a un colectivo": la vida en silla de ruedas
María Josefina Pizarro, vive con una discapacidad y enfrenta constantes dificultades en Resistencia debido a la falta de accesibilidad en la ciudad. Desde la imposibilidad de utilizar el transporte público hasta la discriminación en espacios públicos y privados, la mujer contó a Diario TAG, los detalles de la vida en silla de ruedas.

María Josefina Pizarro tiene 70 años y desde hace 25 está en una silla de ruedas, a causa de una enfermedad que paulatinamente le va atrofiando los músculos. Es así que actualmente depende de otra persona para realizar todas sus actividades cotidianas y enfrenta lo que la mayoría de las personas con discapacidad padecen en Resistencia, calles difíciles de transitar, imposibilidad de acceder al transporte público, entre otras. Diario TAG, dialogó con ella para conocer cómo se vive la discriminación en primera persona.
"Soy dos personas", cuenta María, ya que necesita de alguien más que le acomode los anteojos para poder leer su celular, para poder peinarse, vestirse, comer o incluso bañarse, por lo que, si desea salir, también debe ir acompañada, incrementando el costo de cualquier viaje, pero algo tan simple como ir a pasear se convierte en una travesía cuando alguien está en silla de ruedas en la ciudad de Resistencia.
"Lo primero que te encontrás es que los colectivos no son aptos, directamente no te podés, subir", asegura la mujer, planteando una de las grandes deudas que las empresas de transporte tienen con las personas con discapacidad.
Ante esta primera imposibilidad, María relata que muchas veces opta por tomar un remis, pero aparece una nueva dificultad, "si vos estás en silla de ruedas, no te quieren subir", porque "te dicen que la silla no entra y es mentira, lo que pasa es que no quieren bajar del auto a guardarla", se queja y además otro gran problema "es costoso", moverse de forma particular: "Es todo un presupuesto".
Es por esta razón y con tantos años de experiencia que la mujer tiene su "remisero especial, que tiene paciencia" y además según destacó María Josefina respeta los tiempos que implican para una persona como ella subir y bajar de un auto.
Es así que destacó una vez que un conductor le dijo que no la podía llevar porque la silla no entraba en el auto, sin siquiera intentar guardarla, María no se conformó con las palabras del hombre, lo enfrentó y le dijo: "Ojalá nunca tengas que estar en una silla de ruedas", aparentemente sus dichos hicieron efecto y el remisero finalmente la llevó, y como esta le toco enfrentar miles de situaciones.
Una vez que una persona con este tipo de discapacidad logra salir de su casa, lo cual no es nada fácil, se enfrenta aún a más dificultades, "salir al centro en silla de ruedas es de terror " asegura Josefina "las calles, las veredas imposibles, la rampas todas rotas". "No podés transitar con la silla de ruedas", sentenció.
En este punto María Josefina destaca una frase que repetirá a lo largo de la conversación: "Yo pago todos mis impuestos, como cualquier ciudadano común. Entonces quiero que esté todo apto para mí", sin embargo, no accede a derechos tan básicos como poder circular dignamente por su ciudad.
A pesar de las dificultades, la ciudadana no solo se mueve por Resistencia, es así que, entre tantas negativas, uno de los derechos con los que cuentan las personas con discapacidad es el pasaje gratuito en colectivos de larga distancia, sin embargo, no es tan sencillo realizar uno de estos viajes, de hecho, cuenta Josefina que hubo "tres o cuatro viajes que yo no los pude hacer", porque "me suben como si fuera una bolsa de papas" y destaca, "yo ya estoy grande", a veces "me levantan mal y me dejan torcida".
Es así que la ciudadana cuenta que históricamente los primeros asientos de los micros eran para personas con discapacidad, pero le ha tocado viajes donde no contó con esa prioridad, lo que complico todo su camino.
En uno de estos viajes la mujer asistió a un congreso de discapacidad en Buenos Aires, donde se enfrentó a un diputado, quien le planteó: "¿Por qué los discapacitados tienen que viajar gratis?" a lo que María Josefina respondió: "Toda la razón del mundo tiene señor. Yo voy a pagar mi pasaje el día que yo pueda a subir a un colectivo dignamente".
De vuelta en la ciudad de Resistencia, María Josefina, cuenta uno de los episodios de discriminación más frecuentes que enfrentan las personas con discapacidad: los baños , "son el deposito del lugar", asegura, "ahí guardan los trapos, los baldes, todo". De hecho, comenta que un importante bar céntrico tiene los sanitarios en el primer piso por escalera, "o sea, vos querés ir al baño y no podés", sostuvo. Además, cuenta que otro de los grandes problemas es "la falta de control", ya que "hay baños que están bien hechos y otros que no", pero "son necesarios, aunque sea uno el discapacitado que vaya".
En esa misma línea comentó: "Hay lugares donde yo no puedo ir, porque no están adaptados para nosotros", en este punto se refirió principalmente a los salones de fiesta, que por ejemplo cuentan con escalera de madera y si bien sus amigos y familiares se ofrecen a subirla y a acompañarla, la realidad es que estos espacios no están aptos para que personas con discapacidad puedan celebrar.
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A pesar de su relato y las malas experiencias que María Josefina tuvo que atravesar destacó en muchos momentos de la entrevista, que ella no habla en general que, de hecho, "hay personas muy solidarias, siempre alguien te ayuda".
Es así que, vivir dependiendo de una silla de ruedas y de otras personas no es solo un problema cuando se quiere salir, María Josefina cuenta que en su propia casa tuvo que adaptar el baño, comprar una cama especial, construir sus propias rampas para poder entrar y salir hacia la calle, sumado a las tres empleadas que durante el día rotan para poder asistirla, tener una discapacidad implica entonces un costo de vida mucho más alto.

María Josefina sostuvo que, si bien no le gusta la palabra discriminación y elige evitarla, asegura que la enfrenta día a día: "Discriminación es que no tenga un colectivo como cualquiera, que no pueda andar como como cualquier ciudadano".
Finamente, contó que a pesar de todo aquello que le toca enfrenar aún tiene motivación: "Soy una persona muy positiva, entonces me gusta pelear por mis derechos". Aunque reconoce que "tampoco puedo salir a la calle, a pasear y estar protestando, porque entonces la única que está amargada soy yo y no disfruto".

