
Presidente de Fundación Ciudad Limpia
Ese irremediable desprecio por la vida

Cuántos estudios se hicieron, cuánta investigación, datos, estadísticas, análisis cuánticos y otras yerbas para descubrir ¿Por qué el hombre o muchos de ellos tienden a realizar acciones que atentan contra su propia vida?
La autodestrucción de la especie parece darse cada vez con mayor frecuencia y de las maneras mas variadas posibles y, una de ellas podemos verla a diario cuando transitamos por cualquier calle o ruta.
Nos preguntamos entonces, cuánta gente que conduce un vehículo realmente sabe hacerlo o está preparado adecuadamente para manejar un auto, camión, colectivo, moto o bicicleta. Somos autodidactas y nos auto diplomamos sin un céntimo de culpa o responsabilidad. Somos los mejores.... si aquí nació Fangio, Froilán González, los hermanos Gálvez, Lole Reuteman, Traverso, Lolo Carauni, etcétera, ¿Qué más? Como si fuera una cuestión genética heredar de la pericia o las habilidades de los campeones.

Ahora, si alguien lo reprende a nuestro hijo por alguna inconducta, o lo reta, lo toca o simplemente lo mira feo, saltamos y armamos un buen "bolonqui" con demanda y denuncia incluida, pero después lo subimos a la moto junto a los otros cuatro pasajeros y salimos campantes por la vereda y sin cascos. ¿No exagero no?
8.000 argentinos menos por año y no bajamos ese promedio desde hace más de dos décadas y no aprendemos, nada nos alarma ni nos pone en posición defensiva, nada.
Miles de conductores conduciendo en estado de ebriedad, sin cinturón de seguridad colocado, en moto y sin casco, con cinco personas a bordo, no respetando los semáforos ni las pocas señales de tránsito, usando el celular, haciendo malabarismos, etcétera. Luego terminan en un sanatorio u hospital encima pateando las puertas con su urgencia sin respetar la cola, siendo que ellos están allí por su propia negligencia e irresponsabilidad.
"Si se invierte en educación vial se evita gastar en salud pública" lo repito a menudo sin encontrar eco alguno. La comunidad debe asumir su responsabilidad, pero desde los gobiernos también deben trabajar para cambiar esto.
Si un día nos dieran un poquito de bolilla y se bajaran de sus inmensos caballos, nuestros funcionarios podrían empezar a resolver esta tragedia. Con solo empezar a construir escuelas y pistas de manejo, insistir en incorporar y desarrollar la seguridad vial como materia troncal en la formación de los alumnos en todos sus niveles y hacer cumplir las normas, podríamos estar en el umbral de una nueva manera de vivir cuidando nuestra vida y la de los demás. No es tan difícil.

